Para tí la razón, para mí la calma.

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Había comenzado a escribir éste post con el título «Agradecimiento en el Balance del año» y lo que dejé como borrador, no lo voy a cambiar. Todo tiene un por qué y por tanto nada sobra en ésta reflexión.

De las fiestas del año romano, la Saturnalia va a ser el punto de partida de mi conversación contigo, querido Elio.

Días pasados se ha celebrado la Lectisternium Telluri. Nos dice Néstor F. Marqués en su libro «Un año en la antigua Roma» que «…las estatuas se posicionaran tumbadas en lechos y se les ofrecerá un banquete sagrado. Se trata de tener contentos a los dioses que son propiciadores de la fertilidad de los campos y estos se acaban de ser sembrar.

Siguiendo con la puesta a buenas con los dioses, el pasado día 15 se celebró la Consualia. Esta vez se trata de tener contento a Conso, protector de los pozos y los silos y hubo juegos y carreras.

Pero tal vez, lo realmente importante es ahora, cuando comienza la Saturnalia, -17 al 23 de Diciembre – de la cual hablaremos más adelante

Voy ahora a aprovechar para hacer balance del año, algo habitual por estas fechas: Acaba el año y hay que analizarlo, ver-reconocer errores a corregir, alegrarnos de lo que se ha hecho bien y, sobre todo, crearnos un programa de propósitos que dé forma a aquello que dijo el poeta: «¡Un año más!… No mires con desvelo la carrera veloz del tiempo alado, que un año más en la virtud pasado un paso es más que te aproxima al cielo» , Adelardo López de Ayala, A su hermana Josefa.

Y de eso se trata, de hacerlo mejor en el nuevo año que se aproxima, viviendo bien para morir bien. Creo que fue Séneca quien lo recomendaba

Y me ha dado por repasar cosas buenas y cosas menos buenas que o bien han sucedido o bien he provocado. Estas últimas son las que me interesan pues seguramente yo soy la causa.

No voy a hacer pública confesión de mis errores, eso que lo hagan quienes piensan que hablando con iguales se puede sanar un alma angustiada. Prefiero, consultando a los clásicos, hablar de lo positivo que nos ofrecen la HUMILDAD, que se debe estudiar paralela a la VERDAD que son realmente amigas de la VIRTUD. Sin ella las otras son nada.

El título de ésta reflexión es un homenaje a un niño de ocho años que fue quien me la dijo cuando le pregunté cómo resolvía los conflictos que me decía que tenía con sus compañeros de curso. Este niño no piensa que sea especial, simplemente tiene intereses que se salen de lo común y ya se sabe que todo lo que sobresale, en ésta sociedad, hay que eliminarlo o por lo menos tratar de anularlo.

Es un niño con un mundo interior extraordinario tal como yo lo veo. Pueden oirse sus neuronas trabajando en sus silencios cargados de creatividad, alegre, socarrón… muy inteligente y hábil con el lápiz a la hora de expresarse. Cuando habla hay que escucharle. Tiene un raciocinio inhabitual para su edad y una gran agilidad mental.

Con un modo de ser tan peculiar no es extraño que se le trate de minar la moral por parte de quienes viven en el bestiario cultural. En los intercambios obtusos de opinión – modo sencillo de definir las discusiones que no llevan a ninguna parte – él suele resolver con un lacónico «Para ti la razón, para mí la calma» o como diría mi madre (y algún gobernante) «… Para ti la perra gorda»

Hacer balance del año lo dejo para otro post

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