Querido Elio Galo,
En el ánfora de la noche donde se adoban los recuerdos, el calor los macera realzando los monstruos que el día disipa no ayudando al descanso.
Una necesidad se impone: Hacer frente y destruir con la razón tanto sinsentido. Y me levanto de la cama. Y escribo.
Mi cabeza hurga en el “cajón de sastre” donde almaceno tantos recuerdos – herramientas esenciales para el conocimiento y la virtud, a decir de Sócrates – y me encuentro reviviendo imágenes de juventud ora en moto, ora en coche, solos, ella y yo, o con unos hijos que juegan a la pelota entre grandes piedras que asemejan mini-campos de fútbol, que cubren la Historia.
Serían los años sesenta, finales en los primeros casos, a los que hay que añadir diez más para el segundo, cuando la vida era ella y yo y el fruto de los dos que sólo auguraba plenitud de vida.
Habrían de pasar muchos años hasta que esa tierra me mostrara con claridad lo que entonces sólo eran susurros y hoy ya no sé mirarla sin que sonidos e imágenes que se me muestran cuando cierro los ojos, me invadan y generen serenidad e inquietud a partes iguales: Serenidad por cuanto que son historia de gentes que me precedieron, inquietud porque, como si del eco de aquellos se tratara, hoy se repiten gestos, buenos unos y otros que rompen la armonía, que me dicen que en el fondo nada cambia y que, condenados a repetir la Historia, tal vez se estén cociendo los elementos que provoquen de nuevo el olvido, consiguiendo que en las piedras quede grabado el ostracismo al que se les condena por mor de la irracionalidad humana.
El calor, tal vez la lucha interior, me pide levantarme y poner en orden las inquietudes en forma de reflexión, y en la búsqueda de sentido a las mismas, un trabajo de investigación me ayuda acercándome, una vez más, a los clásicos:
https://revistas.anahuac.mx/index.php/bioetica/article/view/155/434
En éste trabajo, a decir del autor, Séneca nos recuerda y corrobora que “…la ancianidad – lejos de ser contemplación negativa del paso del tiempo – es una oportunidad de vivir de acuerdo con la razón y la virtud”. Es un tiempo en que la sabiduría y la filosofía caminan juntas ayudando a eliminar deseos vanos.
La inquietud viene de la afirmación que hace, a su vez, Séneca sobre nuestro paso por la tierra “de la cual se sale peor que cuando entramos en ella”. ¡Cuánta desesperanza hay en ésa afirmación! pues ¿no es cierto que el deseo del alma noble y la naturaleza es, precisamente, todo lo contrario?.

Tú, vascónica Terracha,
tú tal vez la romana Tarraca…
gentil Bañales…
¡Cómo dueles!