-Tu vida Elio está marcada por la mentira. No por tu parte, sino por parte de quienes te rodearon. La Historia no obstante no se fija en quien la ejerce, sólo sabe presentar a quien le afecta para no dejarle en buen lugar, para presentarlo como un inútil incapaz de cumplir un mandato de Augusto, en tu caso ¡Qué subjetivo resulta todo! ¿A quién creer? ¿A Sileo, ministro de Obodas III rey nabateo (30-9 a.C.) o a Estrabón (63 a.C), amigo tuyo o a Dión Casio (165 d.C.). https://www.academia.edu/5425830/Consideraciones_sobre_la_expedici%C3%B3n_romana_de_Elio_Galo_a_la_Arabia_Felix_24_a_C_Considerations_about_the_Aelius_Gallus_roman_expedition_to_Arabia_Felix_24_B_C_
De Sileo sabemos que jugaba las cartas a favor de su rey Obodas III.
Augusto tal vez se dejó llevar por tanto triunfo conseguido hasta ése momento de su mandato; Roma ya era una potencia que controlaba el Mediterráneo ¿Quién podía oponerse a sus legiones y planes de seguir expandiendo el Imperio? A sus treinta y siete años se sentía fuerte.
Para seguir creciendo como Imperio, Roma precisa controlar más territorio y el mercado de las especias que proceden de Oriente y que necesariamente pasa por el reino de Obodas III.
Tengo para mí que Augusto no valoró el poder e influencia que ejercía Sileo en su reino. Él quiere llegar hasta el actual Yemen, al sur de la península arábiga para así recuperar y controlar las rutas comerciales y ¿por qué no?, a imitación de Alejandro Magno, extender el dominio romano. Alejandro siempre fue el ejemplo a seguir para crecer en fama personal
Elio Galo debe dirigirse a territorio desconocido y tras seguir falsas informaciones al hacerse acompañar por gran número de nabateos con Sileo al frente, sigue rutas erróneas intencionadas provocando que las legiones romanas fueran diezmadas por el hambre y la sed, sin prácticamente alcanzar el objetivo. La mentira en la que cabalgaba Sileo unida a su ambición sólo se pudo saber a la muerte de su rey Obodas, muerte que se sospecha provocó el propio Sileo.
Han pasado diecisiete años desde la fallida expedición que ensombreció el cursus honorum de Elio Galo. Sileo se encuentra en Roma. Protesta ante Augusto por las campañas emprendidas por Herodes el Grande contra el reino nabateo. Sileo sueña con un gran reino que incluya Siria y el propio reino judío. No pudo ser, pero sus dotes para el engaño le ayudarán a granjearse el favor de Augusto que le permite volver a conspirar contra el nuevo rey de los nabateos y contra Herodes, entendiendo que ésas acciones favorecerán a Roma. Descubierto Sileo en sus manipulaciones es detenido y se le envía a Roma donde se le ejecutará. Corre el año 6 a.C.
Para entonces tu fama, Elio, ya había sido suficientemente dañada. Sólo Estrabón, tu amigo, sale en defensa tuya al comentar la campaña en Arabia Felix: Considera que si fracasó fue por el engaño de Sileo. Dión Casio por el contrario hace leña del árbol caído y refuerza con sus comentarios la idea del fracaso, como si no hubiera nada bueno en ti.
Así es la mentira… y la Historia, según quién la cuenta. Estrabón estaba en tu tiempo. Dión Casio hablaría de ti casi dos siglos más tarde. Para entonces ¿Cuánto queda de verdad en los hechos que se narran?
¡No me gusta mentir! Quizá lo haya hecho alguna vez, pero no tengo conciencia de ello.
¿Quieres que te cuente algo personal, Elio? Obviamente mi historia es más simple que la tuya. La tuya tuvo su influencia en el desarrollo de un Imperio, la mía… me sirvió para comprender mejor la naturaleza humana.
Sucedieron los hechos hace casi cincuenta años, los suficientes para verlos con perspectiva “casi histórica”, pero… ¡No! No te lo voy a contar. Si acaso un resumen es lo más que me vas a sacar, un resumen simple: Aquello que se urdió contra mí era mentira, de las de mayúscula, pues que el perjuicio fue grave ¡Tantos cambios se produjeron en mi vida y tanto me fortalecieron!
Pasados los años recibimos una visita inesperada en mí domicilio. La persona que recibimos en nuestro salón, mientras tomaba un café, nos dice a mi esposa y a mí, que viene pedir disculpas “…porque lo sucedido hacía tres años, era consecuencia de una mentira urdida por la persona que sólo pretendía salvar su pellejo y su puesto de trabajo”. Y pasó a dar toda suerte de detalles que confirmaban la veracidad de lo que nos confesaba.
Ya en soledad cuando la visita se había marchado, concluimos mi esposa y yo que “la mentira ni siquiera favorece a quien la emite” y nos prometimos educar a nuestros hijos de modo que desterraran la mentira como modo de vida.
¿Comprendes por qué me disgusta que me pidan que diga la verdad cuando se me interroga?
-Tampoco seas tan estricto, Joaquín. Mentir es hacer manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa ¿Dónde ves la maldad?
-Tal vez no sea tan grave, Elio, pero no olvides que generalmente se miente con el afán de engañar y ahí sí que no tiene justificación la mentira, si es que alguna vez la tiene.
Sea como fuere, del engaño que padeciste tu supiste ver lo positivo al incrementar tu conocimiento de las plantas medicinales y que años más tarde ayudó a Galeno en la práctica de la medicina.
Por mi parte saqué en positivo que la verdad es no sólo lo que nos hace libres, sino que es lo que nos define como persona. Platón ira más lejos al afirmar que, “… el sabio conoce, ama, la verdad y el resto solo tienen opinión”. Sócrates admitirá que sólo en dos supuestos es permitida la mentira: Cuando mentimos a nuestros enemigos y cuando mentimos a los amigos que se disponen a hacer algo malo por locura o insensatez”
https://maximopotencial.com/los-dos-unicos-supuestos-en-los-que-se-puede-mentir-segun-socrates/
Me pregunto: Donde está el amor ¿Cabe la mentira? No lo voy a contestar yo, lo hará Santo Tomás de Aquino en su Suma Teológica: “La mentira es mala por naturaleza, por ser un acto que recae sobre materia indebida, pues siendo las palabras signos naturales de las ideas, es antinatural e indebido significar con palabras lo que no se piensa. Por lo cual dice el Filósofo (…) que la mentira es por sí misma mala y odiosa, execrable; la verdad, en cambio, es buena y laudable.
Es obvio: Amor o Mentira, uno de los dos, pero ambos no pueden convivir en el mismo acto.