In illo tempore

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-Tanto tiempo hace que no te escribo, amigo Elio Galo, que me ha parecido muy propio comenzar con un “In illo tempore…” que trate de unir mi última conversación contigo con ésta.

A nivel local imagino que Octubre habrá sido para ti de mucho trabajo. No posees grandes propiedades en donde vives, Los Bañales, pero seguro que son las suficientes para tenerte ocupado. Noviembre viene más tranquilo, incluso en fiestas y el campo sólo demanda atención para sentirse cuidado y agradecértelo con abundante cosecha la próxima campaña.

Sí que veo muchos días comitialis. Nosotros también estamos a vueltas con proclamaciones a jefe de gobierno de modo tan tortuoso que siento que saldrá mal: Si gana la propuesta continuadora de quienes nos rigen (se creen optimates), mal. Si ganan los populares, no será mejor, pues los primeros no se conformaran y son tendentes al enfrentamiento.

Como en tu tiempo, vaya.

-A pesar de la sequía que venimos padeciendo desde tiempo atrás, la tierra, todavía se muestra generosas y la cosecha no ha sido mala, Joaquín, al menos suficiente para casa y poder atender clientes que aprecian nuestros vinos y aceite de oliva. Sabes que también dispongo de algunos olivos frondosos y muy generosos en su producción.

Y tu silencio, que comienza a ser habitual y preocupante, ¿sigue ahí? ¿Qué pasa por tu cabeza que no puedas decir al amigo? ¿No te estará preocupando la vida política que me comentas?

En Roma estamos acostumbrados a hacer lo que se nos dice. Sí recuerdo que hubo un tiempo, hace bastante, en que se consiguió que el pueblo votara más allá de la tradición que marcaba que sólo las tribus pudieran hacerlo, todo muy apañado por intereses no siempre claros, pero aquello resultó tan evidente en su obscenidad, que cuando se abrió la votación al pueblo, por individuos, la abstinencia era muy alta pues daba igual lo que saliera que al final, entre la élite, se apañaban y salía lo que querían ellos, lejos de la voluntad del pueblo.

El hombre no ha cambiado: Quiere el poder para estar por encima del semejante y esto puede empeorar porque hasta ahora se queda en la vida física. Tiempo vendrá en que se querrá controlar la espiritualidad del hombre y, mal para él, porque dejará de ser libre, y lo harán con el pretexto de que “así todo irá mejor”: Ellos mandarán y los demás a obedecer. Se ensanchará el campo de la esclavitud. Quieren que haya sometimiento. Son los nuevos redentores

Pero, dejémonos de cháchara que sólo nos enturbia la mente. Cuéntame de ti. Te veo venir a menudo, pero ya no te paras a hablar conmigo como antes, llevas muchos días sin decir nada.

-¿Qué te puedo decir? Cada vez más los visitantes son más numerosos y más interesados. Recuerdo cuando venían por primera vez y ya no volvías a verlos. Hoy te saludan diciendo las veces que han venido y lo hacen con gusto porque tu ciudad cada vez se adivina más impresionantemente bella.

Pero creo que no vas por ahí. Tu conoces de sobra la ciudad y sabes que es bella y virtuosa, dos valores que Aristóteles proponía para que quienes vivís aquí, seáis felices.

Mi silencio es el que necesito en éste momento. Es mi respuesta natural cuando algo no comprendo o me hace daño y en ésta ocasión es lo segundo. Por su causa me he estoy moviendo para ver qué es realmente lo que debo hacer, incluso he acudido a mi Dios para preguntarle, tal es la confusión. Suerte que Él no es como los vuestros, tan humanos que tienen vuestros defectos y virtudes, el mío no. El mío está por encima de nosotros en todo: Es el principio y siempre es protector.

He ido tomando notas de todo aquello que me perturba, que me confunde, porque ¿sabes que es lo peor de mi sociedad? Que son tantos quienes se creen salvadores y pontifican tanto que más parecen dioses de tres al cuarto que personas sensatas. Si no fuera porque han pasado dos mil años, diría que tu sociedad ha vuelto en la peor de sus formas.

-No le des vueltas. El hombre, que se cree tan importante, “solo es el sueño de una sombra”, diría Pindaro, algo que se desvanecerá si no tiene quien le recuerde cuando se vaya al Hades, o al Averno, que de todo hay.

-Me he dedicado a ordenar para tirar todo aquello que me abruma. Son sueños que se han ido acumulando en mis estanterías. Incluso he llegado a pensar en dejar de venir a verte, pero algo me dice que no debo hacerlo. Por un lado me halaga recibir a personas en nuestra ciudad, escucharles, dialogar con ellas, decirles que vuestra vida y la nuestra no es tan diferente. recordarle a vuestros clásicos (que son los nuestros) ¡Que pocos perduraran de mi tiempo con la fuerza que perduran los del tuyo! Son demagogos de todo orden, ora quieren arreglar el espíritu como si de dioses milagreros se tratara, ora deciden dar culto al cuerpo, algunos hablan de amor al prójimo y la mayoría los acallan con las armas, todos dicen tener la verdad mientras siguen buscándola en los estercoleros de la opinión pública.

Una vez más he iniciado un diario, no soy constante, el cansancio interior provocado por el demonio mudo, vacía mi cabeza o la embarulla, para que al final no vea interesante qué escribir, pues pienso ¿Para que sirve? ¿Será demencia por mi parte? ¿Manía?

Mi día a día se ve confundido por lo que opinan algunos de que “hay que saber mucho de poco” mientras que leo a Quintiliano que dice que es bueno saber de todo aunque sea recomendable lo primero. Mi generación, sabes que siempre me ha parecido así, se parece mucho a la tuya. Cuando se habla de la legión a las gentes que nos visitan, trato de reforzar vuestra imagen de personas que no sólo manejan la espada, que también, que sois constructores, filósofos, ingenieros, todas las artes juntas y que sois personas que se mueven por un ideal: Hacer Roma grande, importante en el mundo. Hoy sólo tenemos ideologías, para nuestro mal. Al hombre se le quiere alienar llenando la cabeza de principios vacíos, egoístas, impíos, desesperanzados.

Me rechazan porque dicen que me quejo en exceso. Al inconformismo le llaman queja. Quienes en los años 60´s se manifestaban rechazando el poder establecido, ¿No eran inconformistas que se quejaban? Eran indolentes pues que decían defender al débil y lo que ocultaban era su rebeldía que no defendía nada y nació la indolencia, el ya vale, el es suficiente, el sé feliz, el no te preocupes, el vive tu vida, el cada cual haga lo que quiera… todo un refuerzo para el hedonismo que se ha implantado.

Quiero dejar cosas. La desilusión me invade. No hay día en que hasta lo más cercano, atente contra mis ideales, en los que aún creo, ideales en los que la generosidad, el orden, el servicio… el amor, no tiene precio. Hoy se dice “hacer el amor” a la relación intima entre dos seres. Yo discrepo. El amor no se hace, hay o no hay y ello mueve o no nuestros actos. Intangible. Solo sabemos de él por las obras. Nombrarlo indebidamente debería ser declarado blasfemo.

Te prometo, Elio, más atención. Hay muchas cosas en el tintero que quieren ser escritas. Como decía un visitante de Los Bañales, cuando pedí perdón por mis comentarios sobre temas actuales (así andamos, debemos pedir permiso por decir lo que pensamos), me contestó: Tranquilo, Joaquín. Alguien tiene que decirlo y tú lo has dicho muy claro y oportuno. Con éstas personas que se cruzan en mi camino ¿cómo puedo dejar de recibirlos?

-Ve tranquilo, Joaquín. Sabes que yo siempre estoy aquí. Que como tu, observo a la gente pasar y saco mis conclusiones y veo que todo se pierde cuando se bajan los brazos. Hay que seguir, aunque no sea más que para mostrar al mundo que no todo lo que se dice es bueno y que se debe volver a los silencios reparadores para poder recomponer caminos en pos de nuestros ideales.

Recuerda lo que una vez me contaste que te dijo un monje franciscano: La vida, nuestra vida, nuestra sociedad, es una gran bola y nosotros un puntito en medio de ella. Nuestra influencia está en nuestro alrededor y, quizá por extensión; algo más allá. Tu coherencia fortalecerá esa diferencia y es posible que vaya extendiéndose, aunque tu no lo puedas ver. Algo se puede hacer siempre: No perder la esperanza

Espero verte mucho tiempo por aquí, Joaquín. Viene gente importante a la ciudad, lo veo, pero tú eres de los míos, hablamos el mismo lenguaje. Somos sillares que mantienen la sociedad. Piedras para muchos, sobre todos para los cortos de universalidad.

Ve y sé feliz. Suerte en tus elección de futuro

-Todo lo mejor para tí, amigo Elio. Tendrás noticias mía