¡Elecciones en Hispania!

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Cuando escribí el titular “Tiempos decisivos” para el blog, eran días previos a una toma de decisión universal en Hispania, Elio: Era un día en que al pueblo se le deja que reflexione hacia dónde quiere ir como sociedad pueblo a pueblo, eligiendo al día siguiente a quienes se dice que nos representan en la vida política, cuando no se representan ni a sí mismos o, cuando mucho, a sus intereses particulares. Como aquella circunstancia se repitió horas más tarde, prefiero llamar a mi reflexión “Elecciones en Hispania”

Abro tu carta, la cual recibí justo el día en que me hallaba en la ciudad guiando a personas que querían saber de un pasado que se muestra glorioso, aunque haya que dar muchas explicaciones del por qué no ha llegado en mejor estado, en la que me dices… “observo el esfuerzo que pongo en dejar claro ante los visitantes quién eres y qué haces viviendo por un lugar tan alejado de tu realidad cotidiana. Vives en Foro Gallorum, al que actualmente llamáis Gallur, más cerca de Caesaraugusta – mucho más importante que nosotros – que de Terracha, la que llaman los lugareños Los Bañales” .

A decir verdad… me has hecho cavilar. Cuando pienso en lo que se decidía al día siguiente y lo que, como consecuencia del resultado que se obtuvo, se tiene que volver a decidir en un par de meses algo más importante todavía, el gobierno del Estado, vuelvo la vista a los de siempre, a los que nos precedieron y de cuyo quehacer tanto tenemos heredado.

Vaya por delante mi petición a quien nos lea, para que sea benévolo en la valoración de mi comentario. Cuando se escribe de corazón sin pararse a pensar en lo que puede ser mejor para los intereses de uno mismo, se puede pecar de imprecisión académica, aunque lo que subyace en el comentario sólo quiere hacer pensar al lector. Tú también, Elio, si me tienes que corregir, hazlo, por favor.

Para empezar tengo la impresión de que la mayoría de quienes se presentan a cargo público carecen del mínimo necesario de conocimiento de lo que deben ser las virtudes de un buen candidato, el que viste de “toga cándida, blanca purísima”, nos citan las fuentes clásicas. Me quedo con una de ellas: El candidato “debe ser persona sin tacha, él y su familia”; harto complicado el principio para ser cumplido, máxime en un tiempo en que el individualismo ha venido para quedarse.

Quinto Cicerón en “El commentariolum petitionis” – https://addi.ehu.es/bitstream/handle/10810/35088/El%20manual%20del%20candidato%20de%20Quinto%20Cicer%C3%B3n.pdf?sequence=1 además de https://www.abc.es/historia/abci-commentariolum-petitionis-manual-campana-ciceron-politicos-espanoles-deberian-leer-201605140214_noticia.html, para una comprensión mejor, habla de recomendaciones a su hermano Marco. Su escrito es extenso y muy recomendable su lectura no tanto para los que optan a un cargo público, aunque también para ellos porque debería ser su libro de cabecera, que suelen no ver más allá de sus ombligos, sino para quienes tenemos que soportarlos. Tal vez así podamos llegar a comprenderlos.

Votar es un derecho que no siempre tuvimos, y me refiero en el pasado más antiguo. Todo entonces lo decidía la élite, los descendientes de aquellos que decían ser herederos de los fundadores de Roma, cuando no descendientes de la propia Venus y Eneas.

Será de Cicerón de quien se conserven más tratados, discursos y recomendaciones sobre la vida pública en la Antigua Roma. Pro Murena, https://www.ersilias.com/discurso-de-ciceron-en-defensa-de-lucio-murena-pro-murena-pronunciado-el-ano-63-a-c/,  Pro Plancio, las catilinarias https://es.wikipedia.org/wiki/Catilinarias o las filípicas https://historicodigital.com/download/Ciceron%20-%20Filipicas.pdf son un referente de cómo debe ser la moral pública. En “De Officiis” https://es.wikipedia.org/wiki/De_officiis Cicerón remarcará virtudes fundamentales como la sabiduría, la justicia, la templanza y la magnanimidad las que deben adornar el comportamiento moralmente válido de un candidato, además del “honestum”, bien moral de deberes y obligaciones. Lo honorable y lo conveniente también es tratado y da orientaciones para el discernimiento pues, en no pocas ocasiones, ambos entran en conflicto, indicando que hay una “ley natural” eterna e inmutable que a todos gobierna. Michael Grant afirmará que “el mismo Cicerón parece haber considerado este tratado como su testamento espiritual y su obra maestra” https://www.google.com/search?q=De+officiis&oq=De+officiis&aqs=chrome..69i57j0i512l3j0i22i30l6.5532j0j15&sourceid=chrome&ie=UTF-8

El procedimiento de votación no ha variado desde el año 139 a.C. En aquél tiempo la Lex Gabinia Tabellaria introdujo el voto secreto en contraposición a lo que era costumbre hasta entonces: El voto se emitía personalmente y un “rogator” anotaba el voto en tablilla de cera. Esa misma ley del citado año, establecía que los observadores electorales custodiaran las urnas para evitar la deshonestidad de las votaciones siendo los “custos” en las votaciones que realmente eran cuando se contaban los votos ante el templo de Cástor y Pólux o en la Rostra.

Otros detalles que NO han trascendido hasta nuestros días es el de la duración de la campaña que no superaba los veinticinco días fijada por la Lex Caecilia Didia del año 98 a.C. (hoy puede ser una legislatura completa en que se nos gobierne- agobie en tono de campaña); Otra de las costumbres de la Antigua Roma, los mítines que hoy se organizan, NO estaban permitidos. Hoy lo están y se componen de la publicidad que cada candidato hace de sí mismo y sus bondades de gobierno propuesto al que hay que sumar los actos –éstos sí muy romanos – de organizar aquellos que atraigan a los votantes en lo que se podría considerar un soborno para ganar voluntades: Juegos, convites públicos, etc.

Actos como ganar la amistad de personajes relevantes o económicamente solventes es algo que Cicerón ya recomendaba y el clientelismo se hizo fundamental si se quería ser elegido. Ellos, los romanos, como en la actualidad, quien optaba a la candidatura buscaba contentar a todos pues, como decía Cicerón “ el votante prefiere que se le dé una mentira antes que una amable negativa absoluta”. Hasta los escritos contra los contrarios hemos copiado con tal de ganar votantes. Es muy ilustrativo el siguiente enlace https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_en_la_Rep%C3%BAblica_romana

La Historia se nos recuerda que tal era el descontento de la plebe ante las votaciones por lo que suponía de manipulación de los votos así como de las candidaturas, que hubo un momento en que la participación no llegó al 10%, dato importante si tenemos en cuenta que la plebe tardó en poder emitir su voto pues era algo reservado a la élite, como ha quedado dicho.

Tal como están las cosas… votar es, no tanto un derecho, que lo es, sino una obligación, aunque si te digo la verdad, Elio, nada que se haga sin convencimiento de que es lo correcto, satisface hacerlo y aunque parezca una reducción simplista, prefiero un mundo a la sombra de Delfos https://benpensante.com/los-preceptos-de-delfos-o-una-filosofia-de-la-vida/ que un mundo espartano en el que la selección “nada natural” se ha extendido al pensamiento.

Volviendo a tu carta, claro que me defino desde el primer momento en que recibo visitas en Los Bañales. En primer lugar  por cortesía pues quien viene a vernos merece todo nuestro respeto y debe saber quién es el está ante ellos, con sus virtudes y sus carencias y cuáles son sus afanes al mostrar la ciudad. Otras razones, por prudencia, mejor olvidarlas. Sólo decirte que si vosotros trabajabais por ser justos en vuestras decisiones al elegir gobernantes y no pudisteis combatir la corrupción, ¿Crees que nosotros lo tenemos fácil en un momento de crisis del humanismo? Me quedo con “trabajar por lo que es digno de ser adquirido” “aceptando mi vejez” “intentando no ser dominado por la arrogancia”. Al final, y tal vez eso sea el cielo, querría “morir exento de sufrimiento”, en el que incluyo “mostrar benevolencia por todo el mundo”. Oráculo de Delfos, dixit