Barruntos
A vueltas con las vivencias que pueblan mis recuerdos, es difícil determinar cuál es más importante a la hora de redactar ésta nota.
Decir que el lugar elegido para mi retiro junto a mi amigo Elio Galo es un vergel puede sonar exagerado, pero no es desvarío.
Y me explicaré.
Estamos en el Siglo I d.C. César Augusto ha visto importante reparar e incrementar el número de calzadas que vertebran el Imperio y con ellas la creación de ciudades que favorezcan el asentamiento de las gentes, trabajen las tierras y generen estabilidad, favoreciendo el transporte y el comercio. Las guerras civiles han cesado, la paz es un hecho. Sólo cabe la prosperidad.
La ciudad de Los Bañales, situada a una jornada de Segia (Ejea), hacia el sur, viniendo de Caesaraugusta, se encuentra situada en un espacio que desde hace seis siglos, al menos, ha dado asentamiento seguro a tribus celtíberas, vasconas,.. principalmente en un monte que domina el valle y que en el futuro se conocerá como El Pueyo de Los Bañales.
Cuando visito por primera vez la ciudad, El Pueyo ha dejado de ser lugar exclusivo de ocupación, amurallado, con una defensa sencilla puesto que parte del enclave presenta escarpes al norte que lo hacen de difícil conquista. La romanización entre las gentes se ha producido y no hace tanto tiempo, Roma aún era una república, ya se realizan edificaciones que copian las de la gran urbe y, dado lo singular del espacio, el Templo se levanta majestuoso dominando su vista el territorio. No veo signos de religiosidad tribal aunque, según me comentan, al extremo más occidental de la explanada que corona el cerro, se hallaba una construcción, vetusta, dedicada a deidades locales. Sólo veo una apoyos tallados sobre la roca, pero la seguridad de quien me muestra el espacio y cuenta la historia de El Pueyo antes de ocuparlo nuestras gentes, me dicen que debió de ser así.
Toda la falda del monte se me presenta con construcciones, calles… hasta su pie donde se encuentra, siempre mirando al sur y protegidos del frío norte, el Foro, el barrio artesanal a pie de calzada, la Curia, la Basílica… las Termas… Necrópolis…toda la ciudad que tanto me recuerda a la Capital, Roma
Desde lo alto puedo ver, hasta donde abarca la vista, todo alrededor, un gran valle, un río que trae aguas desde la sierra tras la cual se halla Pompaelo (Pamplona) y al fondo, muy al fondo, entre brumas, el Mons Caius (Moncayo) citado por Marcial en sus escritos, Y ya, tras la silueta de Segia, imagino Caesaraugusta.
Bosques, tierras de labor en la vega del río, algún claro entre árboles donde se asientan herrerías, alfares, canteras… ése el el territorio, unos 47 heredium (24 Ha. en el S XXI), pequeños altozanos…
Tal es el arbolado que nos circunda que bien podría una ardilla atravesar el territorio sin pisar el suelo. Lo mismo se dirá con el tiempo de Hispania, desde Gades a Pyrenne, al menos mientras los dioses hagan del bosque su morada. Los bosques, sagrados, están protegidos.
No obstante, veo con pesar cómo tanta actividad hace presagiar deterioro y con el deterioro del bosque, las lluvias se hacen más escasas, los acúiferos no aportan tanta agua como demanda la ciudad.
Los gobernantes buscan soluciones, ven preciso reponer arbolado, tanto o más que el que se extrae y se introduce la silvicultura para buscar un equilibrio entre la explotación y el cultivo con el cuidado de bosques y montes.
La ciudad de Los Bañales luce, en el Siglo I y hasta el Siglo III aproximadamente, magnífica, eterna.
Cuando con el tiempo las gentes visiten los restos expoliados, no sólo de ésta ciudad, sino de tantas otras que jalonan la calzada Augusta entre Caesaraugusta y Pompaelo, y contemplen un paisaje casi desértico, desolado y despoblado, habrá que recordarles que pusimos soluciones, pero siempre se impuso el criterio de pocos a la necesidad de muchos para beneficio de aquellos y que de nada servirían las leyes que condenaban a quien quemaba un árbol a morir entre las llamas que él provocara (Libro de las Partidas, Alfonso X el Sabio, S XIII).
Siglos más tarde se prohibirá especular con terreno quemado para evitar que la destrucción del bosque sea una práctica en favor de una minoría. Destruir el bosque es destruir “la casa”, en griego “oikos”,
La Ciudad de los Bañales, la tal vez Tarraca o Terracha, que se nos cita en determinados documentos, nos muestra hoy su peor cara y a pesar de ello, cada nuevo hallazgo, cada sillar descubierto, recordará su grandeza y la de unas gentes con una cultura, costumbres y conocimientos de los que somos herederos, así como el paso de otras culturas y otras gentes que complementaron lo que hoy somos. Para mejor comprensión de la economía de Hispania en el siglo I d.C. https://www.cervantesvirtual.com/obra/economa-de-hispania-al-final-de-la-repblica-romana-y-a-comienzos-del-imperio-segn-estrabn-y-plinio-0/ En cuanto al clima “…durante el Periodo Romano (200 A.C. – 500 de nuestra era) se alternaron en el centro de la Península los períodos cálidos y fríos, pero predominaban los inviernos cálidos y húmedos y los veranos calurosos”. Fuente: https://blog.creaf.cat/es/noticias/reconstruyen-el-clima-de-la-peninsula-iberica-desde-la-epoca-de-los-romanos-hasta-la-actualidad/