Vita Joaquín (Vida de Joaquín)
Joaquín Latorre Abella nace en Zaragoza (Caesaraugusta romana) en Mayo de 1946. Su infancia y adolescencia es la propia de cualquier niño de la época. Hace relativamente poco tiempo que acabó la Guerra Civil y España aún se duele de las heridas. Con 14 años comienza su vida laboral, destino ineludible, primero como aprendiz de pastelero mientras se presenta la posibilidad de ingresar en una gran empresa metalúrgica zaragozana en la que estudiaría una Formación Profesional atípica, puesto que el estudio y la práctica real en talleres iría dando forma a una vocación más materna que propia. Durante nueve años pasa por distintos puestos de la empresa, paso obligado por el sistema de estudio, hasta que se definía ciertamente la idoneidad del puesto definitivo, en su caso Oficina Técnica, Delineación, donde completaría su formación, obteniendo el Grado de Maestría mediante prueba única por Operario de Industria. Su labor como Proyectista, Oficial de Primera dependiente de un titulado superior, Perito o Ingeniero Industrial, desarrolla equipos y maquinaria para la industria metalúrgica hasta que, previos los estudios necesarios, opta a la Gerencia de una pequeña empresa siderometalúrgica en Burgos donde permanece durante dos años. Continuo estudioso, se va haciendo con conocimientos de Mejora de la Producción, Electricidad, Electrónica, Construcción… De regreso a Zaragoza, ya casado, ingresa en una empresa de maquinaria de construcción y obras pública desarrollando maquinaria propia de construcción de carreteras. Tras una selección cargada de anécdotas se incorpora a una empresa constructora de maquinaria para la minería que también se especializa en máquinas de elevación donde desarrolla su labor como responsable de la Oficina Técnica en la que desarrolla en equipo con su superior un sistema de archivo y nomenclatura de planos que agiliza tanto la fabricación en Taller como la Facturación en Contabilidad, mejorando el stockage de repuestos y servicio a cliente final. Diseña equipos pesados de elevación para la industria nuclear, y servicios de carga y descarga en puertos con carácter internacional.
Su comienzo en la enseñanza se produce cuando es llamado para ocupar el puesto de Profesor de Dibujo Técnico en la enseñanza privada, en el área de Formación Profesional del Centro donde retoma estudios universitarios como mayor de 25 años, eligiendo Pedagogía para dar salida a su verdadera vocación: La enseñanza.
Paralelamente inicia estudios de Teología en la prestigiosa Universidad de Navarra, paralelamente a sus estudios de Pedagogía. Ambas estudios debieron ser interrumpidos por fuerza mayor suponiendo un serio contratiempo en su deseo formativo y de servicio.
Vuelve a la Industria como Delineante Proyectista desarrollando su labor en una industria zaragozana en la que desarrolla con tímido éxito equipos militares y desde la que, no viendo satisfecho su proyecto de vida laboral, accede a la figura de trabajador autónomo, dando servicios de delineación y asesoramiento como agente técnico comercial a la vez que pone en servicio equipos de diseño industrial y fotocomposición para las artes gráficas, formando equipo con sus hijos mayores. Producto de ésta colaboración es el nacimiento de una empresa de servicios a la industria gráfica que desarrollan en plenitud sus hijos, industria que ha ido consolidándose en el tiempo y que, desde la jubilación de Joaquín, dirigen ellos.
Ya jubilado decide iniciar estudios de Historia Antigua y Geografía en la UNED, estudios que una vez más deberá suspender por la incompatibilidad manifiesta entre obligaciones familiares y estudios reglados.
Por azar asiste a una Conferencia en Uncastillo, localidad zaragozana, conferencia que impartió el Profesor Andreu Pintado, responsable científico del Proyecto de Excavación en el acimiento de la Ciudad Romana de Los Bañales. El atrevimiento quiso que se entablara amistad con el Profesor Andreu y se colaborara en trabajos de excavación en la zona denominada El Pueyo. Surgen nuevas oportunidades de colaboración y a día de hoy se traduce en la Guia de visitantes al yacimiento, labor que se continúa y que ha permitido seguir de forma oficiosa a Joaquín, seguir estudiando el mundo antiguo.
Con clara vocación pedagógica, Joaquín se imagina como amigo de un personaje histórico con el que mantiene conversaciones en las que se reflexiona sobre el paralelismo existente entre su vida y la del personaje elegido que no es otro que Elio Galo, Prefecto que fue de Alejandría y Egipto en tiempos de Octavio Caesar Augusto, fundador de Caesaraugusta en el año 14 a.C.
Estas memorias pretenden poner por escrito el devenir de una vida semejante a la de cualquier ciudadano de Roma Antigua. Ambos personajes, Elio y Joaquín, han llegado a su jubilatio y aunque el segundo permanece viviendo en casa familiar de Pagus Gallorum, actual Gallur, son frecuentes las visitas a casa de su amigo en Los Bañales para conversar con él y saber de sus vicisitudes como Prefecto, ya que de su vida privada poco habla, lo más que se puede hacer es conjeturar actividades en base a fuentes clásicas, bastante escasas por cierto.
A partir de aquí Elio Galo viene a ser el “pepitogrillo” que todos llevamos dentro, conocido también por conciencia. Va a ser…su “pepitogrillo”, el de Joaquín. para Elio la ciudad es levemente conocida, no así para Joaquín que sabe de su existencia oculta bajo toneladas de tierra deposita sobre ella por el paso de los años, desde hace más de cincuenta años y que siempre ha querido dar a conocer compartiendo con quien quiere escucharle, la Historia de un lugar donde, desde las piedras hasta el silencio, se evocan el esplendor de un tiempo lejano cronológicamente, pero cercano en el devenir diario de la actual sociedad, pues que su legado pervive en las tradiciones, costumbres y leyes que, con variaciones en ocasiones desafortunadas, mejoradas en otras, nos definen como pueblo, civilización y cultura.
Ya no hay tablillas de cera ni buriles que inscriban en piedra, Los pergaminos serán sustituidos por una máquina que guarda y corrige cuanto describe para, posteriormente, permitir que sus reflexiones lleguen al mayor número de personas, tantas como en el mundo buscan respuestas a un momento de la Historia en el que se gestó nuestra conciencia como sociedad, constreñida entre modos de convivencia las más de las veces consensuadas por un modo de legislar que nace en la Antigua Grecia y que llaman democracia.
A XXX leguas romanas, 95 kms aproximadamente, al NO de la Colonia Caesaraugusta, se encuentra la ciudad ignota que los habitantes del territorio llaman ¨Los Bañales¨ de la cual sólo quedan los restos de su gloria e importancia a mitad de camino entre la actual Pamplona (Navarra) y la milenaria Zaragoza.
Dos mil años separan las vidas de Elio y de Joaquín quienes vivirán a caballo del tiempo; dos mil años con un nexo común: La cultura latina.
Elio tiene no más de 60 años cuando conoce a Joaquín que ya ha cumplido los 76. El parelismo circunstancial de sus vidas, les une.
Pagus gallorum, ante diem XV Kalendas Iunias, dies comitiales, 2775 años a.U.c.
Gallur 18 de Junio de 2022 d.C.
Un día me decidí a escribir
Recupero un trabajo de hace diez años. Acababa de jubilarme tras cincuenta y un años de “servicio a la sociedad” en el entorno de una legión compuesta por soldados, trabajadores, como yo, que se trasladaban incansables de un lugar a otro “buscando la gloria” para mí y para los míos. Fueron jornadas interminables de grandes madrugadas y noches muy cortas pues, a diferencia de tus legiones, querido Elio Galo, la mía, mi legión, luchaba contra un único enemigo: yo mismo.
Catorce años tenía cuando inicié mis estudios en Maquinista y Fundiciones del Ebro, una gran empresa https://zaragozaarquitecturasigloxx.com/2017/09/08/maquinistas-y-fundiciones-del-ebro/. Todo te lo contaré en otro momento, incluso el tiempo que fui aprendiz de pastelero
El caso es que, como a ti, me llegó el tiempo de jubilarme y lo hice. Tras tanta actividad me costaba acostumbrarme a no controlar mi día a dia que pasó a ser controlado por los demás y me encontré con la posibilidad decirlo por escrito, pues, curiosamente, tras tantos años planificando, pensando que serían tediosos a partir de ése momento, me encontré con que no tenía tiempo ni para mí.
Resultado de aquellas batallas mentales contra mí mismo, surgió éste escrito que te presento hoy y que titulé AHORA NO TENGO TIEMPO
He recibido una carta que, muy finamente, me recuerda que he entrado en “la Tercera Edad” ¡Ya no me acordaba! Claro que es normal, total, fue hace poco, tan apenas han pasado ocho meses… y ya estoy en ¡la Tercera Edad!
La carta va acompañando un folletito y es, más que una invitación, una tentación: XXIII Certamen Literario para las Personas Mayores. Digo tentación y digo bien porque siempre me ha gustado escribir. Entiendo que es un modo de dejar rastro de tu paso, de dejar por escrito un “así soy, así pienso, yo estuve allí”, en la vida, haciéndola algunas veces y otras pasándola simplemente… pero estuve y reí y lloré, trabajé y me divertí, busqué ser feliz y traté de hacer felices a los demás y algún disgusto di. Ahora me toca tener ¡la Tercera Edad!
¿Qué podrías escribir? me digo a mi mismo. Tan ligero como has tenido el lapicero para cantar las verdades del barquero a quien se terciara y ahora, ¿no sabes a quién o de qué escribir? ¡Que paradoja! me reprocho. ¡Claro! Podría escribir sobre mis vivencias mientras trabajaba en tantas y tan variadas actividades, o de la familia, lo numerosa que ha sido, de los grandes momentos que compartí con ella, cómo era, cómo me trató siempre quien tantos hijos me dio,… o de cómo son cada uno de ellos: el prudente, el inquieto, el rebelde, el paciente, el conciliador y ella, la niña, ¡Ah! y de nuestros viajes (escapadas quinceañeras en la madurez)… Pero, ¿a quién le puede interesar?
Todos, quien más quien menos, tiene o ha tenido una extraordinaria compañía y se ha movido y ha hecho cosas. Sigo con mis devaneos: No, no voy a escribir, aunque, ya sé: podría escribir sobre cómo pasan mis días ahora. ¡Eso es! pero, ¿qué puedo decir que no sepáis por vosotros mismos? Ahora que estás “jubilao” podrías dedicarte a descansar te dicen. Podrías hacer, sin prisas, aquellas cosas que no pudiste hacer antes, por ejemplo, pasear, atender a los nietos, levantarte más tarde, viajar, cuidarte, pensar más en ti… o bien hacerte de una asociación de mayores, alternar más. Recados… Distraerte, vamos.
¡Que buenos somos todos aconsejando! ¡Y qué ligeros estamos para organizar la vida ajena!
Es verdad que cuando esperaba que se cumpliera el día en que pasaría “a la reserva”, fui, entre bromas y veras, haciendo mis planes. Ya me veía yo poniendo en marcha viejos proyectos que siempre estuvieron ahí, esperando, “a que tuviera tiempo”. Proyectos para mí sólo o compartidos con quien amo, que tiempo hay para todo: encuadernar viejos libros, viajar, seguir siendo útil a los míos (eso sí, un pasico atrás “que ya son mayores”), mi huerto, mis fotografías, pasear, disfrutar de cada instante, vivir con sosiego… siempre con ella. Incluso escribir y participar en estos certámenes literarios en los que todos nos sentimos, por un momento, maestros de la prosa e iluminados de la poesía…
Bueno, pues ya estamos aquí y descubro que me faltan horas, que ya no basta con madrugar, que no, que es que el día lo han acortado o ¡yo que sé! Solo sé que me faltan horas. Y no me faltan las fuerzas porque de lo que hubo, buena parte se conserva. El problema es otro y no queremos decirlo “para no crispar más el ambiente”, pero ¡qué bien vienen los mayores!
La sociedad y el tiempo nos quieren jubilar, pero lo único que hacen es convertirnos en una “ong” unipersonal y de carácter familiar, sin ánimo de lucro, aunque yo creo que no son la sociedad ni el tiempo los que nos convierten: somos nosotros… porque así conviene. Siempre hemos servido y ahora también. ¡Faltaría más!
Cuando recibí la carta que os digo, al abrirla, lo primero fue un gesto de sorpresa seguido de una sonrisa. Cuando lo comuniqué a los míos hicieron bromas. Es natural. Pensé en romperla (¡yo no soy viejo! Me dije), pero decidí guardarla “por si acaso”. Y pasan los días y la veo y me entran ganas de manchar el folio y no veo el momento de ponerme ante el teclado y escribir algo coherente, algo que resulte de interés. ¡Que fácil veía esto de escribir yo…! Otra equivocación más por mi parte y ya he perdido la cuenta de cuantas he cometido.
Decido, ante el folio en blanco, hacer un borrador “de temas”. Por ejemplo: mis recuerdos más lejanos, o mi juventud, o mi primer trabajo, mi primer beso, mi único amor, mis ilusiones, las nuestras, las de los dos o ¿por qué no? mis paseos por la montaña… ¡Ah!¡Ya sé! Podía contaros mi experiencia con Roque, un perro montañés y montañero donde los haya (muy mayor cuando coincidí con él y que me dicen que aún vive, aunque sordo y falto de ánimo para las caminatas que se daba todos los días hasta la cascada). Pero no, las historias con perros están muy vistas. Os la contaré sí un día coincidimos en la asociación… siempre que tengáis ganas de escuchar viejas historias iguales o parecidas a las vuestras.
Cuántas dudas ¡Esto me pasa por no haber roto la carta! ¡Basta, pues! Hay que tomar una decisión: al año que viene, si tengo tiempo, prometo que escribiré algo para el Certamen y, quien sabe, a lo mejor me decido a comenzar “a ser viejo”. Ahora no tengo tiempo.
Joaquín Latorre Abella, Segundo Premio de Prosa CERTAMEN LITERARIO PARA MAYORES DE LA RIBERA. 2012