Otra perspectiva para comenzar el día

Lo más lejos que he ido fuera de casa ha sido al Sur de Francia y de los lugares visitados poco puedo decir porque han sido de corta duración, pero quien ha volado y llegado más lejos me dicen que en Londres, por ejemplo, quienes guían en los museos e iglesias, suelen ser personas mayores, jubilados que, incluso, tienen en su haber el ser excombatientes de la II Guerra Mundial en el primer caso.

¡Pues bien! Hoy, puede ser cualquier día, eran las 04:15h de la madrugada cuando me he despertado porque el cuerpo se ha negado a seguir descansando y como en la cama y en silencio – y a oscuras – sólo acuden los pensamientos negros, me he levantado y los pies me han llevado hasta mi «puesto de trabajo»; un click de ratón y el ordenador me ha mostrado lo que le he pedido: ¿Qué es ser un voluntario?.

Una cascada de explicaciones, de sugerencias y de preguntas me han ido encaminando, incluso, hasta la Ley de voluntariado de 2015 española. Y he empezado a descargar cosas, unas muy positivas, otras positivas, otras interesantes, todas necesario leerlas para comprender que mientras se está vivo y valido en funciones humanas básicas, sobre todo de cabeza y articulaciones, ser voluntario merece la pena.

Pero algo hay que rechina en el razonamiento anterior que hace que uno se haga preguntas «incómodas» para quien van dirigidas, sobre todos para aquellos que eligen entre sus formas de servicio, el de «dirigir al pueblo»

-Vale, me diréis, nadie es perfecto. No seas duro ¿qué harías tú en su puesto?

-Pues mira, querido lector circunstancial o seguidor. Te voy a copiar algunas razones para ser voluntario que nacen de la generosidad, virtud olvidada desde el momento en que a ésta sociedad le interesa más el individualismo que lo colectivo. Y no voy a caer en la trampa de abrir éste debate.Te digo razones: Deseo de prestar ayuda, deseo de sentirse útil, deseo de ocupar el tiempo libre en algo positivo, deseo de sentido mayor de identidad, deseo de continuar aprendiendo.

– ¿Seguro que no buscas algo más? Tanta «generosidad» es sospechosa, puedes preguntarte.

– ¿Quién es tan tonto que no busca algo a cambio? ¡Todos! Otra cosa es el «modus operanti» y la pregunta entonces es ¿Por qué quiero ser voluntario? y puede aparecer de nuevo la generosidad (positivo) o la ostentación y el lucimiento personal (negativo) y algo también de pragmatismo positivo, si existe el concepto y vuelvo a razonar: Se consigue mejorar las relaiones sociales y disminuir la soledad, aumentar la autoestima, potenciar la salud cognitiva, mejorar la salud física y prevenir enfermedades, obtener beneficios fruto de la ayuda mutua… entre otras.

Si alguien me pregunta por qué hago lo que hago de modo voluntario y altruista en Los Bañales, le contestaré que lo hago «porque recibo más de lo que doy y eso me ayuda a sentirme bien conmigo mismo»

– Entonces ¿Dónde está el conflicto?

– Está en que por ser mayor se considera que el voluntariado vale menos, en tanto y cuanto «sirve para rellenar tiempo libre en la jubilación». Así lo sienten los ciegos empáticos, los soberbios, los que piensan que otra razón es porque ser mayor es sinónimo de tonto, débil o acabado.

No voy a dar enlaces – me cuesta no hacerlo – que faciliten la comprensión de la labor del voluntariado, sobre todo el de mayores (en el caso de la cultura el Artículo 6 de la Ley es muy precisa en materia: d) Voluntariado cultural, que promueve y defiende el derecho de acceso a la cultura y, en particular, la integración cultural de todas las personas, la promoción y protección de la identidad cultural, la defensa y salvaguarda del patrimonio cultural y la participación en la vida cultural de la comunidad.

Y basta de charla, no sin antes decir el motivo de mi malestar: La falta de empatía exógena, falta que lleva a no valorar qué es lo que hay detrás de cada jornada de entrega, poniendo en duda de la honestidad y generosidad del voluntario – persona altruista, desinteresada, magnánima – por parte de aquellos para los que la participación la entienden no como un servicio (porque no se tiene nada mejor que hacer), sino como un servicio del que valerse para lucrarse.

Bien dijo Sócrates que generoso no es cualquiera: Es aquél que da a quien debe y cuando debe, siendo propio de él excederse en dar, hasta dejar poco para sí mismo, llegando incluso a olvidarse de sí

La foto superior es del Museo Arqueológico Nacional (M.A.N.)